Los Grandes Condors
José Sánchez de la Peña
José Sánchez de la Peña nació el 15 de enero de 1959 en la ciudad de Chicago, hijo de padre y madre mexicanos. Ingresó como Aspirante al Cóndor a fines de 1973, pero no rindió su protesta sino hasta inicios de 1975, porque no se consideraba con méritos suficientes para ello, a pesar de varias invitaciones de Jesús Montenegro. No recuerda si llegó al Cóndor a invitación de Alberto Castillo Juárez o de Heriberto Pérez Lara (quienes formaban una aguerrida dupla en muchas excursiones).
José Sánchez ideó un ambicioso recorrido para la semana santa de 1979: desde El Cercado hasta la Cabaña del Cóndor en la Sierra de la Marta, pasando por Laguna de Sánchez, el Puerto Pelón, el Naranjo, Nuncio, la Sierra de Nuncio, el Coahuilón, hasta la Marta. Lo acompañó en esta dura prueba Fernando Pérez Lara, y en el camino se les unió un médico que iba en busca de la Laguna de Sánchez para navegar ahí en una lancha inflable. Tardaron dos días y medio para hacer todo el recorrido . El descenso del Coahuilón fue muy traumático por su fuerte inclinación y porque al estar el terreno cubierto de arbustos que entrelazan sus ramas entre sí, los obligaba caminar a gatas entre ellos: en el camino se quedaron sin agua, sufrieron fuertes laceraciones y mucha sed, pero lo completaron con éxito. José y Fernando bautizaron esta ruta como “Recorrido 39” para conmemorar el 39° Aniversario de la fundación de su querido Club Cóndor.
En la semana santa de 1980 José repitió el “Recorrido 39” en compañía de Fernando Pérez Lara y de Zulma García Lagunas. Y en la semana santa de 1981 se hizo una tercera edición del “Recorrido 39”, en esta ocasión participaron Tere Presa Vázquez, Jesús Matamoros Flores y Fernando Pérez Lara (el único que ha hecho tres veces este recorrido). Desde entonces no se ha vuelto a efectuar esta dura prueba.
En diciembre de 1976 José ascendió al Popocatépetl en compañía de Heriberto Pérez Lara por la ruta de Las Cruces, pero reconoce que sólo pudo llegar hasta la “Media Naranja” porque sufrió severo enfriamiento de pies y una doctora que lo revisó le dijo que debía suspender el ascenso. En diciembre de 1977 ascendió nuevamente al Popo acompañado de Heriberto Pérez Lara y otros Cóndores, también por la ruta de Las Cruces. En esta ocasión encontraron nieve cristalizada y ante el retorno inminente, José tuvo la iniciativa de excavar escalones en el hielo, cosa que hizo en un tramo de aproximadamente 240 metros para poder pasar el hielo y llegar al labio inferior del volcán. Ese día unos 60 montañistas de diversos grupos aprovecharon los escalones que hizo José en el hielo.
En diciembre de 1978 José se adelantó varios días al grupo del Cóndor que subiría al Popo y subió solo por la ruta de las Cruces. Al siguiente día se unió a un grupo de montañistas y ascendió por la “Ruta Cuauhtémoc” (vía el Ventorrillo hasta el cráter entre los labios Inferior y Superior) y descendieron por Las Cruces. Y al tercer día se unió a otro grupo y subieron por la “Ruta Directa” al Labio Superior y bajaron por Las Cruces. ¡Tres ascensiones al Popo en tres días consecutivos! El equipo de control del Socorro Alpino de México tomó nota de estos ascensos.
José es un apasionado de la escalada en roca. Entre sus ascensiones en La Huasteca recuerda La Navaja, la Arista Zorros, la Torre Diablos ruta Norte, la Torre Diablos ruta Sur, y el Pico Lico, entre otras.
Una enorme aportación de José Sánchez al Club Cóndor ha sido el hacerse cargo en el año 2004 de la página web del Cóndor, expandirla y modernizarla con gran trabajo de programación y mantenimiento hasta convertirla en un verdadero Portal del Cóndor. Esta versión mejorada tuvo gran éxito de difusión en diferentes países, y al teclear “Club Cóndor” en los motores de búsqueda era la primera o segunda opción encontrada. Sabemos que muchos de nuestros actuales Socios conocieron al Cóndor a través del Portal.
Al igual que sus padres, Doña Elva de la Peña de Sánchez y Don Lupe Sánchez, José ha sido un gran amigo y gentilísimo anfitrión del Club Cóndor en el Renacer de la Sierra en muchas celebraciones de aniversario del Club. El Cóndor tiene una incalculable deuda de gratitud con la Familia Sánchez de la Peña por su gentil permiso y apoyo para la construcción de la Cabaña del Cóndor, donde hemos realizado muchas inolvidables excursiones y campamentos tanto de verano como de invierno estando la sierra nevada. Vaya para ellos nuestro agradecimiento.
En el año 2000, José nos compartió una reflexión sobre sus primeros 25 años de militar en el Cóndor, misma que vale la pena meditar, y que reproducimos a continuación:
Hace 25 años tuve la fortuna de ser admitido dentro del Club Explorador Cóndor y es el momento justo de dar las gracias. Al Club debo agradecer el haber encontrado ahí a mi esposa -con más de 15 años de matrimonio. Mis dos hijas son socias de la organización desde muy pequeñas y, eventualmente, salen de excursión en familia o solas con otros miembros.
Espero que en el Club ellas -mis condoritas, como les digo ocasionalmente- hallen como yo amistades de décadas, personas con las que he compartido desde mediados de los años 70 risas y veredas; reflexiones y paredes verticales; tristezas y llanuras desiertas; alegrías y bosques.
Es decir, he compartido la vida y lo que ella nos ofrece. Sobre todo, he aprendido y comprobado -de maestros que muchas veces ignoran serlo- que los valores que practicamos en las montañas pueden y deben aplicarse igualmente en las ciudades. Puedo resumir al menos lo siguiente:
Agradezco los contratiempos que me hicieron comprender que no soy indestructible y que el miedo no se esconde, sino que se controla; a afrontar la responsabilidad de ser parte de un grupo y, sobre todo, a no tomarme tan en serio:
Agradezco la oportunidad de haber coincidido con Don Jesús Montenegro, un hombre fascinante por su integridad y sabiduría, que por su don de gentes hacía un contacto inmediato con cuantos lo rodeaban y que es, (así, en tiempo presente) una de las mayores influencias de mi vida.
Agradezco a los padres fundadores del Club Explorador Cóndor el atreverse a salir al monte aquella lluviosa mañana de junio de 1940.
Agradezco a todas y todos mis compañeras y compañeros, incluso con los que no coincidí, porque todos sembraron las semillas de lo que ahora disfruto.
Gracias, gracias siempre.